lunes, 30 de abril de 2018

PAN CON MIEL mejorado




Buenas noches, mis queridos seguidores de mis historias e ilusiones. He estado dudando sobre el tema del que hablaros hoy y al final me he decidido por una de mis historias preferidas. Los cuentos, fundamentalmente, sirven para hacernos volar con la mente; pretenden que salgamos de nuestro mundo y volemos a mundos imaginarios. Y diréis, ¿pero por qué nos dice que los cuentos nos permiten nada a nosotros, personas mayores? ¿No son los cuentos para los niños?
Cuando me inicié en esta maravillosa actividad me planteaba qué era lo que quería escribir…y no supe contestarme ni identificar una línea clara hacia la que dirigirme para sofocar la necesidad de escribir lo que tenía, en aquella época, dentro de mí. No sabía, exactamente, para quién escribir. Ahora me es más fácil: sé lo que quiero transmitir y a quién le quiero contar mis historias. He definido claramente cómo canalizar mis ansias de contar cosas. En aquella época, en mis inicios en este alucinante mundo del contador de cuentos, me refiero allá por el año 2010 (acabo de leer mi primera entrada en este blog, en octubre de 2011, en la que me presentaba: https://jrdecea-cuentamelos.blogspot.com.es/2011/10/presentacion.html ¡qué pardillo era!...sigo siéndolo pues me queda muchísimo camino por recorrer en este mundo de la literatura infantil), contaba únicamente historias y fantasías que fluían en mi mente, sin pensar quién las iba a leer o escuchar. Después me pregunté a quién podrían interesar y, al final, me di cuenta de que, sí bien la mayoría de ellas iban destinadas a pequeños de entre 5 y 9 años, también enganchaban a personas como vosotros, mis queridos amigos aquí. Vosotros, nosotros, los que tenemos más años que nueve, nos gusta, a través de estas historias vivir mundos e ilusiones “blancas”, de niños. Nos gusta, por una parte, retrotraernos a nuestros pocos años y, por otra, en este mundo de tantas cosas macabras y desagradables con las que nos topamos diariamente a través de televisión y los periódicos, encontrar descanso y entrar unos minutos al mundo de ideales y entornos nada complicados, a los que disfruto conduciéndoos. Vosotros sois los que, engatusados (permitirme esta palabra cariñosa) por lo que os cuento, después hacéis partícipe a vuestros pequeños y conocidos. Sí, me di cuenta que escribía para mayores y pequeños y eso me gustó mucho más de lo que inicialmente pretendía. Así, siendo este blog para mayores, hablando de lo que a los niños les gusta, me permite contaros todas estas cosas que os cuento para introducir cada entrada y, también, otros relatos, esos sí, para mayores. En fin, que estoy encantado de poder provocaros sensaciones y recordaros situaciones, a veces olvidadas, que nos llevan a encontrarnos a gusto en nuestro rincón. Gracias por estar al otro lado de la ventana de vuestra tablet, vuestro móvil (no se ve demasiado bien…) o vuestro ordenador. Yo siempre os escribo desde mi portátil.
¿Y que os traigo hoy?  Pues es quizá el cuento con más fantasía de los que tengo escritos. Me refiero a Pan con miel. Y os lo traigo porque, aunque es uno de los cuentos que mejor conocéis los antiguos del blog, ha sufrido unos cambios en su proceso y en su redacción. La ilustradora con la que trabajaba en su diseño, tras casi cinco años de no avanzar en la búsqueda de editoriales, en parte por su poco empeño en este trabajo de equipo producido por sus múltiples compromisos en otras áreas de su vida, nos llevó a romper nuestro acuerdo verbal y no de muy buenas maneras…”Pan con miel”, creo que es uno de mis mejores cuentos y no debía estar parado tanto tiempo…ya esperé más de lo que cualquier otro lo hubiese hecho y ante mi insistencia buscando una mayor implicación por su parte a la hora de sacar adelante nuestro proyecto, tanto en la búsqueda y trato con editoriales como en la definición del proyecto más acorde con lo que esperan las editoriales de una nueva oferta, decidimos de mutuo acuerdo terminar nuestro camino juntos. Ahora “Pan…” está buscando otra ilustradora y espero, porque ya hemos tenido algún contacto, que pronto os la podré presentar y os va a encantar.
A lo largo de estos años en el “dique seco” he tenido tiempo de repensar lo que escribí y a confirmar que, el final que planteé en su momento y con el que nunca estuve demasiado a gusto, realmente no era todo lo bueno que merecía el relato. No quise cambiarlo mientras nuestro acuerdo escritor-ilustradora estaba en vigor para ser respetuoso con ella y no trastocar el planeamiento que en su principio se había hecho. Una vez finalizado el acuerdo me he puesto manos a la obra y, os puedo asegurar, que ahora sí me identifico totalmente con la historia de principio a fin: ha ganado muchísimo y si antes os gustaba ahora mucho más, seguro.
Bueno, pues ya no me queda nada más que contaros algo de cómo es ahora Pan con miel.
Buenas noches a todos en este final de abril y recordad no dejar de soñar y de ser felices.
José Ramón.

Sí, dicen que los sueños se cumplen si lo son de verdad y se sueñan con intensidad. Esto debió de pasar por la cabecita de Irma cuando viendo lo desgraciada que era la vida de su familia, quiso poner en práctica lo que escrito en una Leyenda, transmitiéndose de generación en generación, llegó hasta ella. Quería ayudarles colocando en el exterior de su ventana unas bolitas de pan con miel…así lo decía la tradición.
Es una historia que irradia sensibilidad, inocencia y, sobre todo, fantasía. En ella se pone de manifiesto el amor que, una pequeña como Irma, siente por su familia a pesar de los problemas y las dificultades para salir adelante.

Irma, la protagonista de esta historia, conocía muy bien esta Leyenda pero nunca pensó hasta qué punto podría ser cierta.
Ella era la pequeña de una familia con ciertos problemas y con muy pocos recursos, a los que, sin embargo, les sobraba humildad y bondad. Habitaban en una casa en mitad del bosque que distaba mucho de la imagen de lo que podría considerarse una casa de campo y se asemejaba más a una casa de labranza, cuyos antiguos moradores poseían antaño unos campos. No era el caso actual de Irma y su familia. Más bien se trataba de una casa ciertamente destartalada.
Su padre, estaba en cama aquejado de una extraña enfermedad de la que no conocían su cura porque, sencillamente, no tenían suficiente dinero para ser tratada en un centro médico adecuado. Llevaba sin trabajo varios años.
Su madre, era el verdadero sostén de la familia. Se levantaba de noche, antes de que el Sol rompiese por el horizonte, para recorrer a pie por caminos, de fango en invierno y de polvo en verano, los casi quince kilómetros que les separaban de la ciudad. Allí, limpiaba en casas, atendía enfermos y mendigaba unas monedas para poder mantener con vida, día a día, a su familia. Para ella no existía el pasado mañana. El hoy y, como mucho, el mañana, era su objetivo. Regresaba a casa cuando el Sol ya se había despedido.
Su hermano, por ser mayor que ella, pasaba su tiempo cuidando de su padre y llevando adelante, como podía, sus estudios, ya que en ellos residía la esperanza de su familia. Asistía a clase cuando se lo permitían sus ocupaciones como jefe de la casa.
Por su parte, Irma, empezó aquel curso, con el permiso de su madre, a recorrer sola los tres o cuatro kilómetros que separaban su casa de la escuela comarcal. Hasta que creció lo suficiente solía estudiar en su casa, ayudada por su hermano.
No tenían luz ni agua corriente. En cuanto el Sol desaparecía la tenue luz de unas velas era toda posibilidad de iluminación de aquella casa. Como cocina, utilizaban un viejo fogón de hierro alimentado por maderas que, Irma, con mucho esfuerzo, se afanaba en buscar y recoger en los montes cercanos cuando regresaba de la escuela.
En su camino a la escuela siempre tenía que saltar una cerca y atravesar una finca que pertenecía a un hombre con un carácter que, a Irma, le daba mucho miedo. Por ello, en cuanto ponía sus piececitos al otro de la valla corría a todo correr, con sus libros bajo el brazo, hacia el lado opuesto de la hacienda para salir de ella lo antes posible y poder continuar su camino hacia la escuela. Ese atajo le permitía ahorrar una media hora en su camino sola por el bosque. La cosa no era tan sencilla como os la cuento: cuando estaba a mitad de camino, en su “volar” por la finca, siempre oía al hombre del carácter agrio maldecir, desde la ventana de la casa, y amenazar con darle una buena azotaina el día que consiguiese atraparla.
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Al dueño refunfuñón de la finca la vida tampoco le había tratado demasiado bien pues, aunque el dinero no le faltaba, es decir, que disponía de bastante; sí le faltaba el cariño de su familia que perdió en un incendio que hace años se llevó parte de su casa y la casa de la servidumbre que por aquel entonces tenía. Tras el incendio se volvió muy huraño y despidió a todo el servicio: cocinera, jardinero, mozo de cuadras, etc, se encerró en sus posesiones y en el pueblo cercano solo se le veía para hacer algunas compras, muy de vez en cuando, y siempre con un humor de perros.
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Un buen día, Irma, recordó la Leyenda del hombre de las montañas y se fue rápidamente a la cocina y cogió un poco de pan duro, lo mojó, e hizo unas tres bolitas que no fueron todo lo grandes que hubiese querido ya que sus manos tampoco lo eran. “Bueno, tendré que hacer más para ..........................................................

Estaba excitada y le costó conciliar el sueño esa noche. Deseaba que llegase el día siguiente para ver si la urraca .........................
Con los primeros rayos del Sol penetrando por su ventana, se despertó y fue rápidamente a comprobar si las bolas habían desaparecido. Estaban allí, en la misma posición en la que las había dejado. “No importa. Seguro que la urraca no las ha descubierto todavía”, se convenció.
Esa noche volvió a colocar una bola más y cerró los ojos rápidamente, metida en su camita y tapada con unas viejas sábanas y una remendada colcha...........................................
Quizá no sea cierta la leyenda de las bolitas de pan con miel, o quizá sí..........................................................



domingo, 1 de abril de 2018

CARGO BLUE ya despega








Hola, mis queridos seguidores, buenos días. De nuevo con vosotros en nuestro pequeño rincón. Cuando entro en el blog y me dispongo a escribiros se me para mi mundo y el tiempo deja de correr: mis problemas se difuminan, mis ansiedades se tranquilizan, mis disgustos por comportamientos de otros se olvidan, mis silencios cobran vida y mi vida vuelve con toda su intensidad. La primavera es una estación bonita pero no es mi preferida: yo soy más de otoño. Lo digo porque en esta época me siento distinto al resto del año y quizá a vosotros os pase lo mismo. Me siento más alterado, como si no fuese dueño de mis emociones, del todo; y un poco ansioso esperando que pase lo que no quiero que pase o anhelando que no pase lo que quiero que suceda…no lo entiendo ni yo pero así es como me siento en primavera. De hecho, por España decimos que “la primavera la sangre altera” y yo añado que también altera los corazones. El mío, al menos, lo está en primavera.
Me gusta darle vueltas a las cosas y buscar las razones y los motivos de mis estados de ánimo… y suelo encontrarlos. Últimamente me he tenido que poner muy a prueba y emplearme a fondo: no he encontrado fácilmente las razones de determinadas actitudes de la gente que me rodea; me ha costado ver la luz en la sombra de mis intranquilidades. Al final lo he conseguido, a pesar de la primavera. Me siento mucho más tranquilo y, como siempre, sigo mirando al futuro ilusionado.
Pero, también, esta época, me ha traído alegrías y sobre una de ellas hoy os quiero hablar. ¡Cargo Blue ha conseguido despegar! Cargo Blue, ya os conté en entradas anteriores, ha sido el principio de mi camino en este mundo de mis ilusiones; en este mundo que me permite contaros historias, simples, pero cargadas de valores y emociones. Cargo Blue es mi pequeño avión cargado de sentimientos especiales que he recibido de todos los que, en mi entorno cercano, han tenido la suerte de leerlo. Porque es un cuento especial, que nació el primero y por ello nació especial. Su “vida” hasta este momento, hasta hoy, ha discurrido entre las mentes y los pinceles de tres ilustradores que, al final, no supieron sacar la esencia de lo que significa Cargo Blue. Es que no es fácil impregnarse de un personaje que parece triste, pero no lo es; que parece solo, pero no lo está; que da la impresión de permanentemente envidiar lo que los demás tienen y su aparente bienestar y que su realidad es bien diferente. Cargo Blue es un reflejo de cómo  deberíamos enfocar nuestras vidas. Cargo Blue es un cuento especial para gente especial. Es por eso que, en la búsqueda de “su” ilustrador, no he parado hasta encontrar a esa persona que ha entendido todo esto y, sobre todo, ha conseguido plasmarlo en sus bonitas ilustraciones. Ella es, y os la presentaba en la entrada del 25 de julio del año pasado, María José Plata ( https://www.facebook.com/mariajose.platasantos?fref=ts 
http://mjplatailustracion.blogspot.com.es/2016/12/pintando.html  todos los derechos reservados). Entre ella y yo, por fin, hemos podido llegar al hangar de nuestro pequeño avión de carga y sacarlo a volar. Gracias, María José, por tu sensibilidad al dar vida a nuestro Cargo Blue. Esta siendo una gozada trabajar contigo y estoy seguro de que pronto podrá verse en las librerías. De momento ya está listo para enviarlo a las editoriales y esperar a que alguna pueda interesarse por él. No sé si encomendarme a la Virgen de Loreto, patrona de la aviación española, para ver si nos puede echar una mano J. De momento os traigo hoy la portada de nuestro trabajo y una parte de una de las maravillosas ilustraciones que podréis encontrar en su interior y que no quiero mostrar entera para no revelar aspectos importantes de la historia que os cuento en sus páginas. Espero que os guste.
Pues nada más, mis queridos seguidores. Hoy os quería hablar de cómo me siento en esta primavera y compartir con vosotros la maravillosa sensación de ver como mi cuento favorito inicia decidido su camino hacia la publicación. Espero poder pronto hablaros de ello y de cómo podrá empezar a ser apretado entre las pequeñas manos de unos niños, ansiosos, sentados en el suelo de moqueta de su librería de cuentos infantiles.
Buenas noches y no dejéis de soñar y de ser felices.
José Ramón.

Cargo Blue es la historia de un joven, feliz y responsable avión de carga.
Abrazado a él –porque en el discurrir de la historia se desea abrazarlo- nos guía por su vida y nos presenta a sus amigas, las nubes. Sí, Cargo Blue no tiene más amigas que las algodonosas nubes blancas que le arrullan y le dan el calor que no tiene en tierra firme.
Ésta es una tierna historia en la que se nos sugiere que la belleza y riqueza de las personas no es siempre lo que se nos muestra de ellas exteriormente, sino lo que guardan en su interior.
“Cargo Blue”, desde el momento que fue escrito, no ha dejado de ser una referencia y guía de estilo de vida, no siempre fácil de seguir.

Me llamo Cargo Blue y mi vida no podemos decir que sea atractiva. Si hay una palabra que la puede definir, esta es Soledad u Olvido. Cualquiera de las dos están muy unidas al día a día por el que discurre mi vida desde que, hace pocos años, pues todavía soy muy joven; relevé a mi padre, un viejo avión de carga, al que, por su edad, no se le permitió volar más.............................................................................
Pero, ¿sabes qué es lo que menos me gusta?; que no se lo puedo contar a nadie, porque estoy solo. Bueno, tampoco es muy cierto esto que digo, ya que hay veces, una por semana más o menos, en las que por las noches entran sin avisar algunas personas con unas viejas máquinas que hacen mucho ruido y desprenden un humo que me hacen toser; me abren la panza y empiezan a meter muchas cajas y mercancías en mi interior. Eso me indica que, a las pocas horas, normalmente de madrugada, debo de iniciar mi viaje con mucho sueño por el despertar temprano. Ahora soy joven y no me importa demasiado, pero lo mismo hacían con mi papá y el pobre ya era muy mayor para eso.
El viaje, como te cuento, lo inicio cuando el Sol todavía no ha salido; hace frío y muchas veces hay una niebla que, encima, me dificulta la visión. Me gustaría tener una bufanda para no pasar tanto frío, pero es que no existen bufandas tan grandes para aviones......................................................................
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Como te decía, me gusta oir la música y ver la alegría con la que los pasajeros entran en los aviones, en las terminales de embarque.
Lo que daría, aunque sólo sea eso, por estar aparcado junto a ellos, cuando están recibiendo a familias con niños. Me gustan mucho los niños pues, aunque son un poco revoltosos, , hablan mucho y se ríen, y cuando corren por los pasillos del avión, hacen.............................
Un día cambió mi vida. Por la noche llegaron los hombres de siempre, con la máquina del humo negro, y me llenaron la panza de más cajas de lo normal. Estaba asustado porque no estaba acostumbrado a tanto peso.
Al llegar la hora de salir, abrieron las puertas oxidadas de mi hangar.................................
Como digo, aterricé entre polvo y piedras y me hice un poco de daño en una rueda, aunque el susto y el dolor se me pasaron rápidamente.  ..................................................